
JEAN CLAUDE FONDER (Lieja, 3 de deciembre de 1943)
El payaso triste
Su traje demasiado ancho con cuadros anaranjados y blancos, su nariz redonda y roja, su sonrisa amplia y blanca, su greña anaranjada también desborda bajo su pequeño bombín rojizo. Todo este atuendo estrafalario excesiva y desconcertante debería hacer reír.
– Augusto, ¿por qué estás triste? Grita una niña en el público.
Esta mañana, ante el espejo, cuando se maquillaba y dibujaba sus labios rojos, su lápiz hizo caer a pesar suyo la comisura de sus labios. Adaline, su amiga trapecista, se cayó ayer durante los ejercicios.- ¡Es para hacerte reír mejor, pequeña! -Respondió con la voz aterradora del lobo en los cuentos.
La trapecista
Adaline la pequeña trapecista entró en la tienda donde ella y sus compañeros se entrenaban cada día. Se arrastraba penosamente sobre sus muletas. Miró con tristeza a los otros acróbatas que se balanceaban sobre sus trapecios.
Intentaban el triple salto, una figura de acrobacia que se llamaba precisamente salto mortal. Uno de ellos, el portador colgado de las rodillas atrapaba al volador que se lanzaba del bastón de su trapecio que se balanceaba al mismo ritmo.
Una red de seguridad elástica extendida bajo ellos los protegía en caso de caída.
Afortunadamente, fue éste quien le ahorró consecuencias más graves.
– ¡Vamos! ¡Sube! – Le dijo el portero de repente.
Ella suelta sus muletas, que caen al suelo, agarra la cuerda de nudo y en pocos instantes se balanceaba en el aire de nuevo, lista para cualquier desafío.
El Látigo
El león estaba tranquilo sentado en su taburete.
Un latigazo, y él saltaba a través del círculo.
Dos latigazos, y él se levantaba en su taburete.
Tres latigazos, uno más, el león saltó sobre el domador…
